La música jalona el camino de Judit Neddermann desde siempre. Sus padres le transmitieron la pasión por la misma desde que era una cría, atizando el crepitante fuego de la vocación temprana, estimulando su rica formación académica y permitiendo el desarrollo de una precoz carrera profesional. Impresiona revisar la hoja de servicios de Neddermann. No sólo por la cantidad de asientos que incluye, también por la diversidad de géneros que ha abordado. Durante un decenio, llevó la voz cantante en la banda de mestizaje caribeño The Gramophone Allstars. Ha reinterpretado el “Winterreise” de Schubert junto al grupo de clásica contemporánea Quartet Brossa. Buceó en nuestra riquísima tradición folclórica de la mano de la banda de percusión Coetus. Formó poderoso equipo con la inclasificable pianista Clara Peya. Y ha colaborado con músicos tan populares como Alejandro Sanz, Jorge Drexler, Serrat, Macaco, Amaia o Rozalén. Un no parar, lo de Judit.
La cantante y compositora catalana publicó “Aire” el pasado 19 de febrero debutando directo en el N º1 de Itunes en España. Es el cuarto álbum a su nombre y también es el primero que graba en castellano. Un revelador viaje a Cuba, el vínculo con Alejandro Sanz –quien la espoleó para que probase a componer en español– y su interés por conquistar otros espacios de creatividad la animaron a tomar este nuevo camino de expresión.
Las canciones de “Aire” se gestaron en Vilassar de Mar, el pueblo en que Judit nació hace 30 años. El lugar en que formó sus primeros grupos. El sitio en que creció antes de mudarse a Barcelona para estudiar con la primera promoción homologada del prestigioso Taller de Músics. Hablamos de un disco que fluye sereno pero que llama a las cosas por su nombre. Producido por el multiinstrumentista Arnau Figueres, cómplice artístico de Judit desde hace un par de años, se grabó sin prisas en un bucólico rincón del Ampurdán, en un proceso de profunda inmersión creativa que ahora se materializa en once composiciones detallistas y dinámicas, aunque plenas de equilibrio. La garganta de Neddermann emite con la potencia acostumbrada, amplísima en su registro, matizada cuando es menester, pero siempre emocionante. Una voz cristalina, elástica y rica en oxígeno, modelada en torno al jazz vocal clásico, el folk mediterráneo y la tradición pop que navega desde las costas de Brasil hasta las islas de África Occidental.